A la hora de filmar un plano cinematográfico hay una elección importante: la óptica, la lente, el objetivo con el que lo hacemos.
Podemos hacerlo de manera que lo que está cerca de nosotros y lo que está lejos esté perfectamente enfocado y se vea a la perfección. Por ejemplo los planos de grandes paisajes.
O podemos hacerlo con alguien o algo bien enfocado en el plano principal y todo lo demás difuminado. Así es como vemos en la realidad y es la utilización correcta sobre todo en primeros planos.
A esto se le llama profundidad de campo y es muy útil en fotografía.
Y en el trailer lo podeis ver claramente (difuminadamente)
Por supuesto, es totalmente lícito saltarse la norma y hacer cosas diferentes, porque a lo mejor conviene que todo esté desenfocado si queremos dar sensación de irrealidad, o sencillamente no tenemos un buen (y caro) objetivo y tenemos que grabar como se pueda para salir del paso. O no nos preocupa y no tiene importancia en la historia que estamos contando...
¡Yo que se!
Y entonces llega, Ejército de los muertos (2021) - Netflix - dirigida por Zack Snyder.
La madre de todos los desenfoques.
De hecho hay escenas en las que no se ve nada.
¿Porqué?
Parece ser que hay presupuesto, hay técnicos y un director que saben filmar. Así es que no se porqué lo hacen, pero llega a ser molesto, absurdo en muchos momentos.
Posiblemente hay una gran cantidad de planos (el 90%) que han sido hechos con pantalla azul y el desenfoque a lo bestia es una manera barata de que no se note… aunque hoy día eso está más que superado. ¿Pero que sabré yo?
En cuanto a la película. Sinceramente. Me parece una de las peores pelis de zombis de la historia del género, empezando porque si cambiamos los zombis por asiáticos cabreados, o mafiosos de barrio o ejército caribeño todo podría quedar exactamente igual.
Me imagino a todos los youtubers (no subvencionados por Netflix) que hacen comentarios sobre agujeros de guion o fallos en películas sobrecargados de trabajo, porque hay miles.
La escena final con la huida de un personaje (no spoilers) es inigualable, sólo creíble para una writer´s room (sala de guionistas) con todos puestos de crack, borrachos y con varias mutaciones del virus Covid.
Damm Shit! Que pena de presupuesto! Es lo que debió pensar Bradley Parker, el director de The Devil Below (2020) al ver acabada su película y darse cuenta de que con un poco más de pasta podía haber realizado una gran película de terror.
Porque, sinceramente, tiene casi todos los ingredientes necesarios para ello.
Hace años, en un recóndito y perdido lugar en las montañas una excavación minera profundiza tanto que llega al lugar dónde habitan los monstruos.
Tras un montón de muertes y desapariciones se cierra todo y así llegamos al día de hoy dónde un grupo de jóvenes y descerebrados científicos van a investigar.
La película tiene un diseño de producción impecable, los bosques, la cantera, la climatología nos sumergen en una atmósfera de misterio y acecho perfecta.
La idea de que los rednecks, los aldeanos típicos del No vayas por ahí, en este caso sean unos defensores y guardianes del lugar, me ha parecido bastante original.
Los protagonistas, como casi siempre, son estúpidos y la van a liar, eso está claro desde el inicio.
Se intuye algo de Alien, de The Descent, de The Monster, de grandes pelis de terror con criaturas terroríficas.
Siempre se ha dicho que el gran éxito de Spielberg en Tiburón (1975) fue no mostrar a la criatura hasta el final, bueno, ya sabéis que no le quedó más remedio debido a los fallos del tiburón mecánico, pero le salió la jugada perfecta. Sin embargo a día de hoy, las cosas han cambiado y a no ser que seas un maestro absoluto del misterio, necesitas enseñar tus monstruos. Y más aún si como sucede en la segunda mitad de esta película son una presencia constante.
No puedes ocultarlos continuamente con imágenes borrosas, primeros planos que muestran unos dientes, tomas lejanas, flashes, una garra que entra por una puerta y todo tipo de artimañas del cine de bajísimo presupuesto. Y menos aún en la escena en el interior de la mina dónde se intuye algo espectacular casi al estilo de Aliens (1986) de James Cameron.
Ambientación, filmación, historia, iconografía… todo va como un tiro y sin embargo, como dije al principio, falta el dinero necesario para crear unos monstruos que acojonen (no es por ser malvado pero alguna de las criaturas parece un tio con pijama).
Aún así es una peli muy recomendable con momentos terroríficos.
Esperemos que ese final abierto convenza a alguna productora de que invirtiendo algo de pasta en este “universo” y retomando la historia nos podrían ofrecer algo espectacular.
Léase esta review (toda enterita) en plan irónico.
“Willy´s Wonderland” es única.
Sólo podía estar interpretada por Nicholas Cage en un papel dónde la contención es una virtud. Nuestro héroe acabará con sus diabólicos enemigos pero también librará una batalla interna para no convertirse una vez más en un meme.
Nick Cage es el héroe definitivo. En su carrera ya se ha enfrentado a brujas y monstruos (En tiempo de brujas), a sectas loquísimas naturistas (Wicker Man), a psicópatas ultrapunk con sierras mecánicas enormes en la maravillosa Mandy, a los extraterrestres, a la muerte (Ghost Rider), al infierno (Furia Ciega), a superhéroes (Kick Ass), a sus hijos (Mamá y Papá), incluso a su suegra (Corazón Salvaje)… el giro de guión definitivo para el que ya se ha enfrentado a todo lo imaginable es luchar contra unos muñecos de peluche enormes en un parque de atracciones.
¿Qué más da? En tiempos dónde ya hemos visto decapitaciones y desmembramientos hasta en las series infantiles, dónde estamos hartos de posesiones, psicópatas, brujas, demonios, monstruos, aliens y hemos normalizado ver toneladas de vísceras sangrientas… lo lógico es luchar contra peluches.
Y todo ello sin tener ni una linea de diálogo, sin tener que aprender frases absurdas que enturbien la acción, sin fruncir el ceño o molestarse en mostrar algún sentimiento.
Si el cocinero Ferrán Adriá confeccionaba reducciones de sabores maravillosos en sus restaurantes multiestrellados Michelín… Nicholas Cage es la reducción definitiva del oficio de intérprete. Yo le nominaría y premiaría con el Oscar al mejor actor sin dudarlo.
Y encima se permite el lujazo de pasarse media película jugando al pin-ball.
Por lo demás… la peli es una mediocridad.
Cómo se supone que esto es terror no queda más remedio que meter a unos chavales para dar la nota de sangre, estupidez y sexo.
Hace algún tiempo me dije a mi mismo que se acabó, que nunca más una película de found footage, ese género dónde te hacen creer que han encontrado (found) unas cintas de película (footage) y resulta que al verlas aparece una tremenda historia de terror. En el 90% de ellas sólo consigues un dolor de cabeza con tanto movimiento de cámara y la sensación de que te han tomado el pelo.
El desarrollo de este estilo en la era de las videollamadas, por pura lógica, tenía que ser una serie de historias dónde la maldición o el ente maligno ataque a sus víctimas a través del dispositivo y todo quede grabado.
En resumen, más de lo mismo, poca calidad de imagen, pixelados y fallos en la conexión que evitan que puedas ver nada coherente y sobre todo tramas dónde la suspensión de incredulidad es la primera norma.
Pero de repente llega “Host” de Rob Savage, una peli que dura menos de una hora y todas las críticas apuntan a que es una maravilla.
Así es que la veo y me llevo una gran sorpresa porque efectivamente está entre lo mejor del año en género de terror y es sencillamente porque no te toma el pelo.
El esquema es el más típico del mundo. Primeros 15 minutos para presentarnos a los personajes, unas chicas que se aburren en estos tiempos de pandemia y que como todo el mundo se relacionan a través de Zoom, deciden contactar con una medium para que les proporcione un poco de entretenimiento. Ninguna se cree el tema de los fantasmas, sólo buscan pasar el rato.
Se iluminan con velas, se va creando la atmósfera perfecta para que Rob Savage, el director, empiece a tejer su red de situaciones acojonantes.
Y entonces un espíritu maligno entrará en escena y empieza la traca, a partir de ese momento, en esos 40 minutos que siguen, vamos a seguir con el mismo sistema típico de todas las pelis de terror… o sea van cayendo una a una de manera sorprendente.
Pero la forma en que el director lo hace es tan divertida (divertida en la acepción terrorífica del término), con tantos sustos, con situaciones que te obligan a estar en tensión o directamente a tapar los ojos que cuando llegas al fin estás convencido de que has visto una de las maravillas del año.
No es para tanto, pero es el entretenimiento perfecto y sin duda una peli obligatoria en cualquier maratón de terror o en cualquier sesión dónde queramos divertirnos pasando miedo.
Por eso es nuestra peli de apertura para el festival PANIC 2021.
A veces se confabulan varios factores para convertir el visionado normal de una película en una experiencia. Algo así me ha pasado con “Lúa Vermella” de Lois Patiño, una película que se puede definir como diferente.
El primer factor de los que antes hablaba está en los comentarios que ya había escuchado sobre este trabajo. “Es una película para inteligentes” esto lo escuché en tono irónico y con buenas dosis de retranca gallega poco antes de entrar. “Eu non entendín nada” con tono sincero. “Al menos tiene buena fotografía” el típico cinéfilo.
Después estuve charlando con el dueño del cine sobre los problemas del sector en estos tiempos de pandemia, la imposibilidad de seguir abiertos a no ser que (cómo en su caso) no tengas empleados y hagas lo imposible por mantenerte. Sobre todo con películas como esta. Películas de autor, do novo cinema galego, diferentes, poéticas, experimentales… lo que quieras, pero sinceramente... películas con poca recaudación.
Y doy fe de ello ya que estuve absolutamente solo en la sala. Un espectador, yo.
La película transcurre como una experiencia fotográfica, planos largos, inmóviles, con encuadres académicos bellísimos y personajes inquietantemente estáticos, fantasmales. Hasta tal punto que cuando visionamos planos dónde la cámara se mueve (paneos o travellings) te sorprendes.
Estas figuras (en principio me resisto a llamarles personajes) aparecen en el interior de sus casas o en lugares comunes, normales. En el bosque, en la calle, en la costa por ser marineros. Lugares típicos de la Galicia interior o la Galicia costera. Espacios fuera de un tiempo concreto.
No hay diálogos, hay pensamientos, murmullos, miedo.
El Rubio, un hombre que ha rescatado a más de 40 muertos perdidos en naufragios, ha muerto ahogado, su madre invoca un conjuro para que as meigas lo traigan de vuelta…
Ar no ar
Auga na auga
Lúa Vermella
Chamo por vos
Facede Meigas que o meu fillo veña
Y las meigas llegan y empieza la transformación, el terror mitológico a ritmo ultralento, lleno de figuras legendarias propias del folklore da Galicia. La figa (ese puño cerrado con el pulgar entrelazado), la Compaña (la procesión de ánimas), las meigas (las brujas), los rocas con vida propia, los bosques impenetrables, el poder absoluto del agua…
Si el Rubio vuelve ¿será un fantasma entre vivos?, ¿será un resucitado entre fantasmas?. El encuentro entre los dos mundos es imposible. La Lúa vermella lo transforma todo.
El tramo final es un festival del poder de las imágenes y el embrujo del color, formando conexiones con el terror cósmico de Lovecraft y sus criaturas marinas inenarrables.
Se puede hablar tanto sobre esta película... sobre si existe el terror poético, mitológico, insondable. Tan lejano, a millones de kilómetros de cualquier otro tipo de terror convencional...
Yo no sé si recomendarte esta película, esta experiencia.
Pero te aseguro que a mí me ha hipnotizado. Ya estoy buscando dónde ver la primera peli de Lois Patiño “Costa da Morte” (2013) y estaré muy atento para no perderme el siguiente paso de este director.
Película belga. Dirigida por un tal Lars Damoiseaux. Sin una cara conocida y únicamente con alguna referencia perdida del festival de Sitges dónde no es que llevase grandes críticas.
Así es que imaginad mi sorpresa cuando me he encontrado con una estupenda orgía de sangre y diversión. Digna heredera de “Tu madre se ha comido a mi perro (Braindead, 1992)”, “El retorno de los muertos vivientes (Return of the Living Dead, 1985)” esas grandes locuras sin prejuicios de los 80 y 90 dónde te pintaban escenarios apocalípticos de muerte y vísceras entre carcajadas y cuerpos sexys.
La trama es fácil, estamos en una clínica perdida en Polonia dónde hacen operaciones estéticas de dudosa legalidad. Nuestra protagonista quiere reducirse los pechos, aunque a todo el mundo le parece una locura porque… no están nada mal.
Pero también experimentan con células, con bichos y con… ¡qué más da!. Ya conoces la fórmula, hay un error, el infierno se desata y aparecen zombies sangrientos recien salidos de cualquier quirófano con mucha hambre atrasada y ganas de esparcir el virus.
Y nuestra protagonista guapísima y su novio medio lelo, una doctora extraña y algunos pacientes van a huir por esos pasillos llenos de pesadillas sangrientas y montones de chistes escatológicos y pérdidas de miembros… incluídos los viriles.
¿Lo conseguirán? Da igual hombre, aquí sólo se trata de sorprender a todos con los mayores desmembramientos, cientos de litros de sangre y algunos kilos de morcilla.
Divertidísima.
Guión… aún lo están buscando, se perdió el primer día de filmación.
Muy pocas películas son capaces de reflejar el miedo y la paranoia generada por una pandemia como lo hace “Llega de noche”, y eso que se estrenó en verano de 2017, casi 3 años antes de lo que estamos viviendo actualmente.
En una cabaña, aislada en el bosque, y fortificada como un castillo, vive una familia. Padre, madre e hijo adolescente. Acaban de enterrar y quemar al abuelo porque tenía la enfermedad que está asolando al mundo… O eso imaginamos porque nunca vamos a ver que es lo que está pasando fuera de este pequeño espacio de bosque.
El chico tiene muchas pesadillas, lo cual es normal con una vida aislada como la que llevan.
De pronto llega el punto de giro, un hombre intenta entrar en la casa, lo capturan y resulta que tiene familia y sólo buscaba agua. Además tiene animales, podrían compartir todo y vivir juntos para ser más fuertes.
Lo hacen, y aunque no se fían unos de otros la convivencia es medianamente agradable. Hasta que las pesadillas y la posible enfermedad entran de nuevo en escena.
El final no os lo voy a contar, pero es uno de los más coherentes, duros y descorazonadores que he visto últimamente.
No es que este final sea muy diferente al de muchas pelis de zombis o pandemias que conocemos, pero la clave está en la perfecta atmósfera creada a lo largo de la trama sin hacernos caer nunca en el aburrimiento. Otro punto a su favor es la creación de los personajes y la falta de explicaciones a lo que sucede (porque no somos tontos, ya imaginamos lo que sucede) y en la comprensión, al verla hoy día, de que siempre priorizaremos a nuestra familia ante todo lo demás.
La sensación de claustrofobia es creciente según avanza la trama, todo sucede en el bosque y en la casa, sobre todo en la casa, casi siempre... cuando llega la noche y los miedos afloran.
A nivel técnico el director, Trey Edward Shults, utiliza un truco genial, poco ortodoxo pero muy efectivo. En los últimos diez minutos de película, cuando llega el tremendo desenlace, va recortando la pantalla en sentido horizontal… No voy a darte ahora un chorro de explicaciones técnicas sobre el uso del formato en cine y TV, pero para resumirlo mucho; la pantalla se va estrechando a lo largo, de manera que esos márgenes que se estrechan aumentan tu nivel de claustrofobia en la visualización de la película.
Son esos detalles que se agradecen y demuestran el cuidado puesto en la realización.
Si para muchos “Contagio” fue la película del confinamiento, para mí “It comes at night” es la de la segunda oleada.
Vaya por delante que sólo he visto los tres primeros capítulos de este The Walking Dead:World Beyond y por tanto es muy poco, todo está empezando y tiene tiempo de sobra de mejorar, de hecho me gustaría hacer otro post cuando acabe la primera temporada para hablar de su evolución.
Cómo en cualquier crítica creo que hay que encontrar puntos a favor y en contra, pero muy a mi pesar veo muchos contras... hay que darles tiempo.
En principio vemos que han pasado diez años desde “la noche que el cielo se desplomó” y nos presentan a cuatro adolescentes, una pareja de guardianes y un extraño ejército cuyas motivaciones no tenemos nada claras.
Los chicos se escapan de su idílica ciudad y empieza la aventura, vamos de A hasta B y van a pasar muchas cosas. Por ahora noto un abuso de flashback, comprensible para contarnos lo que pasó… pero es que ya sabemos lo que pasó. Nos da igual, ya hemos visto Walking, Fear, Nation, Summer y Generation, así es que no nos importa una mierda su pasado, queremos chicha, peligros, zombies tremendos y hordas acojonantes.
Supongo que no debería generalizar, eso es lo que yo quiero.
Por otro lado estas series nos han enseñado lo suficiente como para saber que estos niños no durarían ni 5 minutos fuera, aunque supongo que por eso no se encuentran con casi nadie y les es tan fácil evitar lo poco que hay. Además… se les va tan buenazos, tan inocentones, tan limpios. Y no sólo a ellos, es que recordemos que han pasado 10 años, y aún así entran en sitios que sólo tienen sucias las ventanas, así no les ven los zombies.
Entrar en sitios es otra cosa que llama la atención, las otras series nos tienen acostumbrados a que detrás de cualquier puerta vamos a encontrarnos como mínimo con un zombie, aquí entran con total tranquilidad, incluso corriendo en cantidad de sitios dónde casi casi nos quedaríamos a vivir.
Por cierto, perfectamente estudiado el tema de dar cabida a todos los colectivos. Tenemos gay muy valiente, negra fofisana, mulata protagonista, blanco inteligente pero inocentón, retarded fortachón, chica guapa. El malo malísimo es una mujer. El camino del héroe buscando al padre… Traumas del pasado.
No sé, el género Z me encanta y seguiré viendo la serie. Pero por ahora esto parece la versión Disney de un apocalipsis zombie.
Bueno, a lo mejor esa es su intención, una serie de zombies para colegiales. Quién sabe, lo mismo ahí radica su novedad.
Os voy a recomendar una serie documental estupenda. Eli Roth`s. HISTORY OF HORROR.
El título lo dice todo, el director Eli Roth se reune con una serie de colegas, entre ellos Stephen King, Greg Nicotero, Tom Savini, Jamie Lee Curtis, Rob Zombie, Tom Landis, Lin Shaye… y hablan sobre los diferentes subgéneros dentro del cine de terror.
Me ha gustado muchísimo, he podido ver a muchos de los directores y actores que más miedo me han dado (y no precisamente por su actuación) y además está plagado de escenas míticas del terror. Supongo que habrán pagado una pasta en derechos, pero nos muestran montones de escenas sin cortes, en toda su plenitud, en toda su violencia y terror.
Mi perplejidad llega con el tratamiento del llamado bad language, lo que nosotros llamaríamos los tacos o palabrotas.
Porque les ponen un pitido para que no se escuchen.
¿Cómo es posible?
Veamos, este programa no es para niños, las escenas son brutales, así es que no creo que se emita en ningún horario infantil, por tanto ¿porqué no podemos escuchar el bad language?
No se como se hacen las cosas en USA, pero si en los programas para adultos no les importa ver amputaciones, asesinatos, canibalismo… y sin embargo censuran con un pitido los tacos... Algo no les funciona bien.
En el videomontaje teneis un ejemplo de lo que os acabo de comentar.
David F. Sandberg es el director de Lights out una película de 2016 que pudimos ver en el festival.
Lo interesante de este director es que consiguió hacerla gracias a los cortos que había realizado anteriormente y publicado en su canal ponysmasher.
De hecho, el inicio de la película es precisamente el corto con el cual convenció a los productores de que sería capaz de dirigir una buena película de terror.
El canal sigue en activo y a continuación podéis ver su último corto y el making of.
Por cierto, su pareja en la vida real, codirectora, coguionista, cocreadora y protagonista de casi todas sus obras es Lotta Losten.